viernes, 13 de abril de 2012

DIALOGO ZEN.


LOS MAESTROS ZEN ENTRENABAN  a sus discípulos jóvenes en el arte de la expresión. Dos templos zen tenían, cada uno un niño protegido. Todas las mañanas, al ir a buscar verduras los niños se encontraban en el camino.

“¿A dónde vas?”, le pregunto uno al otro un día.

“Voy a donde vayas mis pies”. Contesto el otro.

Esta respuesta desconcertó al primero, que fue a pedir ayuda a su  maestro. “Mañana por la mañana”, le dijo el maestro, “cuando  te encuentres a ese jovencito, hazle la misma pregunta. Te dará la misma respuesta, y entonteces pregúntale: Supón que no tienes pies, entonces ¿A dónde vas? Eso lo pondrá en su sitio”.

Los chicos de volvieron a encontrar la mañana siguiente.

“A dónde vas”?, pregunto el primer niño. 

“Voy a donde sople el viento”, contesto el otro.

Esto dejo de nuevo perplejo al joven, que fue a contarle su derrota al maestro.

“Pregúntale a donde va si no hay viento”. Sugirió el maestro.

Al día siguiente los niños se encontraron por tercera vez.


“¿A dónde vas”?, pregunto el primero.


“Voy al mercado a comprar verduras”, respondió el otro.






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