lunes, 26 de octubre de 2009

NO SE PUEDE SER BUENO EN TODO


Hasta cinco capítulos de El príncipe dedica Maquiavelo a lo que hoy llamamos “imagen del líder”, desde el XV al XIX, lo que equivale en páginas a más de una quinta parte del libro. Puede decirse que este tema es por otra parte, la quintaesencia del llamado en sentido peyorativo maquiavelismo. El Diccionario considera este sentido figurado del maquiavelismo como modo de proceder con astucia, doblez, perfidia y a los maquiavélicos como astutos y hábiles para conseguir lo que desean con falsedad y engaño.

Sin embargo, Maquiavelo, peca de honestidad al escribir esta verdadera tesina de la imagen del príncipe ideal, ya que advierte al plantear el tema que va a optar por la verdad real y prescindir de los desvaríos de la imaginación. Todos los que escribían en la época- y en las posteriores- sobre este tema, acostumbraban a aplicar a los líderes todas las alabanzas paradigmáticas que se suponían moralmente obligadas. En la práctica todo era diferente, ya que los príncipes no se parecían a esos modelos ideales ni la gente se creía las alabanzas protocolarias sino que los juzgaba de acuerdo como era la realidad.

Maquiavelo nos dice que va a dejar de lado las cosas imaginarias que se dicen de los príncipes. En consecuencia, no va a hablar de cómo debería ser la opinión ideal sobre los príncipes, sino de cómo pueden conseguir posible conveniente para un gobierno eficaz. De manera que Maquiavelo hace una transportación falsa y nos dice que va hablar de cómo deben ser los príncipes aunque lo que quiere decir es de cómo deben parecer ya, que , finalmente, llegara a su conclusión más trascendental que podemos considerar como una anticipación intuitiva y visionaria de la comunicación y la publicidad del futuro: lo importante, si no se puede ser, es parecerlo, pero es necesario saber encubrir la conducta inconveniente y tener gran habilidad para fingir y disimular porque los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las cosas impuestas que quien engaña encontrará siempre quien se deje engañar.


El líder según Maquiavelo, debe abandonar el objetivo de que se aplique el compendio de todas c cualidades posibles humanas y divinas para preocuparse de ser o parecer lo que su naturaleza y carácter le permita y las circunstancias reales hagan accesibles. Maquiavelo define el campo de la imagen a un marco reducido y muy humano. Pero en el establece claramente los extremos y advierte que la opinión del pueblo puede convertirse en un grave peligro cuando la opinión general condenatoria llega a determinados niveles.

En el capitulo XV plantea el campo real en que se mueven las críticas o alabanzas de los gobernados:

Supongo que todos los hombres, cuando se habla de ellos- y especialmente los príncipes, por estar puestos en un lugar más elevado- son designados con algunos de los rasgos siguientes que les acarrean censura o alabanza: uno es tenido por liberal , otro por tacaño ; uno es considerado generoso, otro rapaz, uno cruel, otro clemente; uno desleal, otro fiel; uno afeminado y pusilánime, otro fiero y valeroso; el uno humano, el otro soberbio; el uno lascivo, el otro casto; el uno integro, el otro astuto; el uno rígido, el otro flexible, el uno ponderado, el otro frívolo; el uno devoto, el otro incrédulo; y así sucesivamente.


Lo que viene a decir Maquiavelo, con un gran sentido práctico, es que no se puede ser bueno en todo y tampoco parecerlo.

FUENTE: Maquiavelo y Borgia. Autor: José Luis Sanchis.

Libro: El Principe. Autor : Nicolas Maquiavelo.





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