miércoles, 24 de febrero de 2010

CONTROL Y MANTENIMIENTO DEL TERRITORIO


Los territorios físicos, así como las áreas de administración, se clasifican de acuerdo a su capacidad para ser controlados. Deben considerarse todos como iguales. Como todo lo demás que existe bajo el Cielo, cada uno tiene ventajas y desventajas. Estos lugares son considerados como vulnerables, llenos de trampas, ambivalentes, bloqueados, escarpados y demasiado apartados.


1) Un lugar vulnerable es accesible tanto para el jefe militar como para sus enemigos. El mantenimiento de este territorio es ventajoso para su dueño porque puede permitir un factor de ligero control. A un invasor se le ve fácilmente cómo entra en el campo de visión. Siempre es un área contenciosa y es difícilmente defendible sin un combate mortal. Es un lugar que no se puede controlar permanentemente. Hay que intentar evitarlo.


2) Un terreno lleno de trampas es un lugar que puede hacer que su poseedor caiga en sus propias redes de intriga, produciendo un desastre si no se mantiene en estado de alerta. No es un buen lugar para estar porque el enemigo puede atacar a unas tropas desprevenidas con facilidad. Incluso si las tropas están preparadas, aun así pueden verse atrapadas en un sitio en el que les resulte difícil escapar.


3) Un territorio ambivalente es malo para todas las partes. Es aquí donde el jefe militar fuerza las condiciones para atraer a la mitad del ejército enemigo antes de entrar en una batalla. Es un lugar en el que nadie tiene el control. La prudencia sugiere mantenerlo protegido con una fuerza incontenible, o mediante una retirada completa. Luchar por controlar este lugar producirá feroces combates sin una ventaja aparente.


4) Un territorio bloqueado sugiere que es inevitable una batalla porque no hay forma para ninguno de los bandos de mantener el control. Si el enemigo controla esta área, se le debe forzar a abandonar la posición antes de que el jefe militar pueda destruirlo finalmente. Si está controlado por el jefe militar, sus tropas deben preparar trampas y escollos para el enemigo. Debe mantenerse abierta una ruta de salida.


5) En terreno escarpado la ventaja es del que se halla en la posición más elevada. El enemigo tiene que lanzar una ofensiva contra una superioridad indeterminada debido a la necesidad de llegar al punto más alto. Si el enemigo controla el área, entonces hay que atraerlo hacia fuera, o si esto no puede lograrse con facilidad, el jefe militar prudente abandonará los planes que tuviera para este día y repensará su método.


6) Un territorio controlado desde lejos crea dificultades de mantenimiento, puesto que su defensa depende de la distancia que pueden tener que recorrer los suministros y los hombres. Es difícil mantener un territorio desde lejos y gobernarlo a distancia. El jefe militar debe aprender a administrar todo tipo de territorios y personal, procurando poder negociar con eficacia en cualquier circunstancia. Una tierra capturada una vez y perdida posteriormente es dos veces más difícil de recuperar.


Debe conocerse la naturaleza del territorio a proteger para asegurar una administración apropiada. Las tropas deben compararse con los tipos de territorios que se estén administrando. Son una prolongación del estado deben administrarse con inteligencia y comprensión. Si los soldados son fuertes y los oficiales débiles, deberá hacerse frente a actos de insubordinación que no pueden tolerarse en ningún caso. Si los oficiales son fuertes, las tropas tratarán de complacerles. Si son despóticos, los soldados se desanimarán y no irán a la batalla. Si los oficiales son arrogantes y no tienen en consideración las necesidades de los hombres, el ejército se desorganizará y no podrá ser controlado en las batallas.

Si un jefe militar es débil y carece de una firme moralidad o si sus órdenes son ambivalentes, los oficiales no responderán adecuadamente, las tropas carecerán de liderazgo, la cadena de mando vacilará y las necesidades del gobernante no serán satisfechas. El resultado será el caos. Si a los jefes militares no se les mantiene informados de las condiciones del ejército, si no son conscientes de la necesidad de refuerzos y aprovisionamientos, se tendrá la sensación de que no controlan la situación y sus órdenes serán desatendidas.


Si tratan de aplastar una fuerza mayor con muestras de envalentonamiento en lugar de una inteligenteplanificación, producirán la de su ejército y todas las ganancias que puedan haberse logrado con anterioridad se perderán. Tanto si se le informa como si no, sin consideración y comprensión, el jefe militar descubrirá que habrá causado la muerte innecesaria de muchos de sus hombres. Los hombres bajo su mando acabarán desconfiando de él y se darán cuenta de que no están siendo dirigidos con discreción e inteligencia.



En consecuencia, se rebelarán. Es importante que el jefe militar sepa administrar el territorio acabado de adquirir y sepa emplear adecuadamente las tropas. Es estúpido conocer el país y desconocer a los hombres. Lo contrario también es cierto. Lo uno sin lo otro está incompleto. De la misma manera, a un hombre que se le ha asignado una tarea específica puede no ser capaz de completarla si no sabe lo que se espera de él. Lo mismo es válido si va a donde se le manda y no tiene ni idea de por qué se le envía allí. Para comprender la unidad hay que meditar la dualidad.

Es conveniente que los jefes militares analicen las condiciones de la guerra antes de entrar en ella, que consideren todos los aspectos de una alianza antes de comprometerse en ella, que reflexionen sobre las razones del que desea asociarse con ellos, que atiendan a sus propias necesidades antes de aceptar acuerdos, que busquen el consejo de sus generales y gobernantes, y que reflexionen dos veces sobre una petición de ayuda de tropas y aprovisionamientos. Será entonces cuando deban tomar sus decisiones.


Un jefe militar que considera las necesidades y los deseosde otros antes que las suyas propias merece ser alabado. Tales hombres son raros y no permiten que el beneficio personal interfiera con el cumplimiento de sus obligaciones. Un gobernante inteligente deberá procurar que a este jefe militar se le faciliten todas las herramientas que necesite para crear el estado a imagen de las intenciones del gobernante. Sus hombres le seguirán. Sus generales le alabarán. La gente le escuchará. Será amado por el miedo del pueblo a perderlo. Podrá parecer débil a los que no tienen corazón y será un maestro del engaño porque no alberga engaño en su propio corazón.


Administra las recompensas y los castigos con la misma fuerza y determinación. No tiene favoritos pase lo que pase. Marcha con sus hombres cuando están marchando. Come solamente cuando la comida de ellos ha sido cocinada. Bebe solamente cuando ellos no están sedientos. No los mima como si fueran niños. Los trata de la manera que le gusta que le traten a él. Los respeta y ellos le respetan. Manda con justicia y ellos le aman y le temen al mismo tiempo. Cumplirán sus órdenes sin dudarlo. Le seguirán a la batalla y morirán por él si es necesario.


Las tropas harán estas cosas porque saben que sus intereses están en el corazón de su jefe. Sabrán que ha estudiado completamente la situación y que no les permitirá quedar atrapados en el peligro como consecuencia de una planificación inapropiada. La victoria se resolverá y todos se alegrarán en nombre del gobernante, que es como debe ser. Reconocerán a su jefe militar como un verdadero guerrero: el los habrá reconocido también. El jefe militar obtiene su recompensa del excelente cumplimiento de sus obligaciones. Sabe que las galas de su cargo le proporcionarán los bienes materiales que desea, pero no se preocupa por ellos. Lidera porque es su naturaleza.

AUTOR: STEPHEN F. KAUFMAN, FUENTE: EL ARTE DE LA GUERRA

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