El ideal puede ser que la lucha del marketing sea cada vez más incruenta hasta reducirse exclusivamente a enfrentamientos basados en tecnologías de persuasión, en publicidad, y en comunicación. Es un axioma de los enemigos del siglo XXI que “La comunicación y la inteligencia, son ahora la primera economía” (de momento me limito a constatar el hecho sin entrar en el análisis de este nuevo mundo de propaganda, consignas, pensamiento unidimensional, trivialización, dispersión, homogenización, y masificación, según el crítico pero acertado análisis de Horkheimer, Adorno, Marcuse, y los otros componentes de la escuela de Frankfurt). Y en este tiempo de competitividad de la nueva economía, en la que la oferta lleva la iniciativa y la demanda es motivadora, el arte de la guerra puede ser de gran utilidad y aplicación para el líder empresarial.
Creo que en los enfrentamientos empresariales es más fácil y eficaz una estrategia defensiva – y siempre más civilizada y mejor valorada – que la mayoría de las tácticas de ataque. Me parece muy provechoso reproducir algunos conceptos del arte de la guerra, de Sun Tzu, referidos a esta estrategia sabia de la defensa. Es claro que cada uno debe de hacer la conversión metafórica, a la estrategia empresarial y realizar la interpretación adecuada de un lenguaje casi siempre, también metafórico.
Si logras que tus adversarios vengan hacia a ti para combatir, conseguirás que su fuerza se vacíe, mientras tu fuerza se mantendrá llena. En eso consiste principalmente el arte de vaciar a los demás y de llenarte a ti mismo.
Lo que animara a tus adversarios a atacarte y venir hacia ti será la perspectiva de ganar; lo que los retendrá y evitara que avancen abiertamente hacia ti será el temor a tu poder. Se extremadamente sutil y discreto, hasta el punto de mostrarte en absoluto. Se completamente misterioso y confidencial, mantente silencioso. De esta manera podrás dirigir el destino de tus adversarios.
Una vez que logres que tus adversarios avancen confiados hacia ti para atacarte, no luches con ellos; espera todavía antes de realizar un cambio estratégico para confundirlos y llenarlos de incertidumbre.
Espera a que tu adversario termine su formación y muestre la naturaleza de su ataque. Tu permanecerás sin forma, pero concentrado, y tu enemigo quedara expuesto.
Estarás fuertemente atrincherado, te mantendrás fuerte tras buenas barricadas sin haber dejado que se filtre alguna información sobre tus fuerzas y tus planes; a su debido tiempo podrás salir sin que se conozca tu estrategia y atacar y conquistar de forma sorpresiva e incontenible. No han de conocer donde piensas dar la batalla y el enemigo se verá obligado a vigilar varios frentes, por los que sus fuerzas estarán divididas.
Jose Luis Sanchis
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