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Desde hace más de un siglo la República Dominicana se ha visto afectada por la inmigración ilegal de haitianos, lo que ha generado a través de los años que estos se hayan diluido en nuestra demografía, pasando casi desapercibidos por la población dominicana en general.
De tanto que ha crecido esta inmigración, se podría decir que los haitianos que se asientan en el país son tan dominicanos como el resto, pero lo cierto es que existen demasiadas diferencias étnicas y culturales que impiden esa dilución o aceptación total.
La migración haitiana se debe fundamentalmente a la mala gestión administrativa que ha tenido Haití, país con el que República Dominicana comparte la isla de La Hispaniola.
Tal es la situación en el vecino país que hay carencia de instituciones gubernamentales que promuevan fuentes de empleo, educación, servicios básicos de salud, agua potable y energía eléctrica. Es la privación de estos recursos, junto a la inestabilidad política, lo ha obligado a realizar este interminable éxodo.
A pesar de que los inmigrantes haitianos han contribuido en algún modo al desarrollo de nuestra nación, no es menos cierto que también han generado grandes altibajos en nuestro crecimiento.
Los haitianos han reemplazado principalmente la mano de obra dominicana en trabajos de construcción, labores agrícolas, domésticas y otras actividades productivas, reduciendo así las fuentes de empleo para los dominicanos asentados, lo que a su vez significa menos ingresos dentro del mercado comercial y económico.
La presencia masiva de haitianos que vienen de la más espantosa pobreza en busca de mejorar sus condiciones ha ocasionado que la remuneración por estos trabajos sea excesivamente baja, y si bien al llegar a la RD dan un salto cualitativo en su calidad de vida, es importante hacer notar que siguen siendo personas muy pobres. La diferencia es que aquí consiguen con qué comer –algo que en Haití resulta sumamente difícil, teniéndose que recurrir a las infames galletas de lodo– y de alguna manera u otra consiguen techo permanente, aún sea frágil.
En pocas palabras, la presencia masiva de haitianos, sobre todo cuando llegan a pedir en las calles, ha traído consigo un aumento de miseria en República Dominicana, que por demás carga con una parte importante de gastos de salud, sobre todo en lo que tiene que ver con embarazadas. Hay maternidades, como la de San Lorenzo de Los Mina (Santo Domingo) y la del hospital Cabral y Báez (Santiago), donde se reportan más partos de haitianas que de dominicanas. En las provincias fronterizas el caso es más grave aún.
La presencia ilegal haitiana ha traído problemas a República Dominicana a nivel internacional por cuestiones relacionadas a los derechos humanos. El problema se da cuando el país, haciendo uso de un derecho que le corresponde, decide repatriar a los haitianos que residen ilegalmente. En estos casos no tardan en llegar las acusaciones de maltrato y demás, siempre de la mano de Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) y Amnistía Internacional, organismos que han tildado a la sociedad dominicana de explotadora y racista.
Lo que estos organismos internacionales no han tomado en cuenta es que estos inmigrantes han llegado a nuestro país sin cumplir las debidas reglas del orden migratorio, teniendo que ser suplidos en el 90% de los casos con los mismos servicios básicos a los que tiene derecho todo dominicano.
Amnistía Internacional y otras instituciones mayormente se dedican a criticar y alterar la imagen de nuestro país en diferentes foros internacionales, sin aportar soluciones o reglas normativas que ayuden a resolver el problema de la inmigración ilegal haitiana.
A los haitianos se les ha dado un trato digno en República Dominicana. Esta es una nación que jamás ha sido acusada de crímenes de lesa humanidad, y aunque ahora quieren venir a decir que se practica alguna forma de esclavitud en base a lo poco que se paga a los haitianos que cortan caña y trabajan en construcciones, la realidad es que ellos son los que han decidido venir a nuestro país a trabajar.
A los haitianos nunca se les ha negado la entrada al país, lo mismo que los servicios básicos. República Dominicana es también un país muy pobre. Hemos ido avanzando conforme pasan los años, humildemente, y a pesar de tener instituciones que no cumplen cabalmente con el ejercicio de sus funciones, hemos podido darles el trato digno que nunca han recibido en su propio país.
Autora: "Rocío Díaz"
http://accioncomunitaria.blogspot.com/
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