El 26 de enero de 1813, cuatro años después de la batalla de palo hincado, en pleno proceso del periodo de España Boba, nació en la ciudad de Santo Domingo, Juan Pablo Duarte y Diez, hijo de Juan José Duarte, oriundo de España y de Manuela diez Jiménez, criolla natural de El Seybo.
En los momentos del nacimiento de Juan Pablo, hacia tres años que se habían iniciado las guerras de independencia de las colonias españolas del continente americano, en un escenario geográfico gigantesco que abarcaba desde río bravo hasta el estrecho de Magallanes. Desde el virreinato de la nueva España, que mas tarde sería el estado mexicano , hasta el virreinato del río de plata, que luego sería argentina y Uruguay, corrían los vientos de igualdad y justicia que generaron la revolución francesa, a partir de 1789 y que, en Europa, habían barrido las monarquías feudales.
Duarte creció y se hizo hombre cuando reinaba en el mundo con gran influencia, pero particularmente en América, un ambiente eufórico de ideas progresistas y liberales. Esas ideas se profundizan y extienden a la parte oriental de santo Domingo cuando en 1822 Juan Pedro Boyer, presidente de Haití, unifico la isla bajo un solo gobierno y, como promotor de esos principios, declaro abolida la esclavitud en la parte española y consolido la republica y sus instituciones en la antigua colonia. Pero es necesario recordar que cuando se libra la batalla de Palo Hincado, existían en el país hombres que simpatizaban con las ideas republicanas e independentistas, aunque no se había desarrollado un sector social capaz de auspiciar un movimiento que motorizara el proceso revolucionario.
En la década transcurrida entre 1820 y 1830 acontecimientos importantes se desarrollaron en abono de las ideas independentistas: El conato de independencia de José Antonio Núñez de Cáceres en 1821 y la derrota definitiva de los españoles en territorio continental que culmino en 1824 con la batalla de Ayacucho, en Perú. Entonces tres corrientes políticas eran perceptibles en la parte oriental de la Republica Haití: La primera era partidaria de la unión permanente y definitiva con el estado haitiano; la segunda, que soñaba con la vigencia de la dominación española para seguir la suerte de Cuba y Puerto Rico; y la tercera, en la que el sentimiento republicano e independentista se fortalecía, como consecuencia del sentimiento de la pequeña burguesía urbana, favorecida por las medidas económicas tomadas por el gobierno de Boyer en sus primeros años de control de la parte oriental. Esa pequeña burguesía estaba radicada principalmente en santo domingo, santiago, azua, La vega, Puerto Plata, Moca y Montecristi.
A ella pertenecía Juan Pablo Duarte cuyo padre era un comerciante acomodado, dueño de un establecimiento ferretero y de artículos marinos situados en la margen occidental del Ozama, en la zona conocida con el nombre de La Atarazana.
La situación del padre de Duarte le permitió educarlo desde pequeño en un medio en el cual los conocimientos eran patrimonio de una minoría. En el hogar recibió las primeras lecciones y es posible que su madre lo alfabetizara y le encaminara por las lecturas propias de su edad. Para 1819, cuando apenas tenia seis años de edad, asistía a una escuelita domestica del señor Manuel Aybar. De ahí en adelante nada se sabe de la vida de Juan Pablo Duarte. En 1828 o 1829, con apenas 15 años de edad, y acompañado del señor Pablo Pujols, comerciante ligado a su familia, sale vía Estados Unidos, Inglaterra, y Francia rumbo a Barcelona, lugar en donde realiza estudios. Poco se conoce de Duarte durante su permanencia en España. Lo que es cierto es que no realizo estudios de ningún género. No se conoce titulo profesional alguno ganado por el en aquella ciudad en la cual residió.
Para 1831 ó 1832 aparece de nuevo en Santo Domingo y trabaja en el negocio de su padre, Realiza una intensa vida social que le liga a importantes sectores de la pequeña burguesía urbana. Es testigo de matrimonios, apadrina bautizos y asiste a reuniones de carácter cultural. Esa vivencia de la sociedad es la que le permite percibir que existe un sentimiento patriótico que rechaza la presencia de los haitianos en el país.
El merito de Duarte, como patriota y como político organizador estriba, fundamentalmente, en que supo interpretar el momento histórico que vivía la sociedad dominicana de aquel entonces, renuentes en sus capas más decisivas a aceptar la dominación haitiana. Para ese momento el gobierno de Boyer había envejecido y de un gobierno liberal y progresista, paso a ser una dictadura con graves problemas económicos y resistencia interna en su territorio original.
Apegado a la lectura y ávido de conocimientos, traducía del francés al español, así como del latín. La mitología duartina lo presenta como un poliglota que hablaba correctamente alemán, francés, ingles y latín. Pero nadie ha presentado prueba de ello. Para su época era un hombre de cultura avanzada, pero nunca un ser excepcional. Su más sobresaliente calidad fue su instinto político. El 16 de julio de 1838, después de haber realizado una discreta labor de proselitismo, fundo la sociedad secreta “trinitaria”. En las dos listas del movimiento patriótico, podemos notar la categoría social de sus miembros. Pero es innegable que los componentes de esa sociedad se organizaron en ella, como resultado de una labor paciente que se seguro le llevo varios años a Duarte.
La “Trinitaria” fue realmente un partido político con claros objetivos estratégicos independentistas: La separación de Haití y la fundación de un estado independiente con el nombre de Republica Dominicana. Duarte fue el ideológico, fundador y propagador de la idea y el instrumento que tenia como función dar a conocer la misma.
Con acertado criterio táctico, promovió y auspicio la unidad con los adversarios de Boyer, enviando a mella a territorio occidental para que gestionara la alianza con reformistas adversarios del mandatario haitiano. Asimismo viajo a El Seybo para hablar con los hermanos Santana, Pedro y Ramón, para incorporarlos al movimiento libertador, lo que revela el sentido de la unidad frente a un enemigo común, que no podía ser combatido por grupos desligados de las fuerzas sociales determinantes en la vida nacional; particularmente, dentro del marco de una sociedad rural con escaso desarrollo capitalista.
En esa dirección ingreso a las milicias haitianas, y de hecho se convirtió en una autoridad dentro de los organismos de defensa del estado. Cuando las circunstancias lo determinaron, fundo “La Filantrópica” y prácticamente disolvió la “Trinitaria”, porque las autoridades recelaban de sus actividades conspirativas.
Duarte tenía antes de la independencia un definido concepto de la nación dominicana y de sus integrantes. Algunos empeñados en compararlo con Jesucristo, Bolívar, y Martí han pasado por alto, apegados a un criterio romántico y subjetivo, ese aspecto tan importante de su sensibilidad patriótica y social.
Copiamos a continuación este verso del patricio que dice:
Los Blancos, morenos,
Cobrizos, cruzados,
Marchando serenos,
Unidos y osados,
La patria salvemos
De viles tiranos.
Y al mundo mostremos
Que somos hermanos.
En su proyecto de constitución dice con claridad que LA BANDERA DOMINICANA PUEDE COBIJAR A TODAS LAS RAZAS, NO EXCLUYE NI DA PREDOMINIO A NINGUNA. Su concepción de la Republica era la de un patriota, republicano, anticolonialista, liberal y progresista; por eso su pensamiento político tiene en la presente época vigencia plena para el pueblo dominicano.
Cuando se inicio en 1843 la revolución contra Boyer que repercutió en la parte oriental de la isla, Duarte encabeza el movimiento reformista en la ciudad de Santo Domingo. Juega un papel decisivo que lo llevo al liderato de los republicanos que luchaban por la independencia. Las circunstancias lo obligaron, mas tarde, junto a otros compañeros a abandonar el país, decisión precipitada que ha sido seriamente cuestionada. Pero al ausentarse del territorio nacional sus compañeros, encabezados por Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, llevaron a cabo las gestiones finales del movimiento. Redactaron el manifiesto del 16 de Enero de 1844 en el cual quedaron plasmados los principios republicanos y liberales que Duarte predico durante años y ratificaron, en el cuerpo de ese documento, la firme voluntad de crear un Estado soberano.
Después del 27 de febrero regreso a su Patria, y se incorporo a la junta central gubernativa dominada por los sectores más conservadores que no tenían fe en la viabilidad de la Republica. Se inicio un proceso de luchas internas que culmino con la expulsión del territorio nacional de los patriotas fundadores del Estado Dominicano. Ese estado que nace la vida publica, llevando en su seno oportunistas, conservadores y anexionistas en las mas altas posiciones usurpadas a los iniciadores del movimiento separatista, que encarnaron siempre la vocación de sacrificio y el amor a la libertad de la mayoría del pueblo.
Duarte no fue un militante político sino un patriota idealista, incorruptible. Coherente en su posición republicana, no regreso al país a formar parte de las luchas internas partidarias de la Nación. Actuó como José de san martín. No como simón bolívar, Washington, Jefferson, Morelos o los grandes jefes de la guerra de independencia de Haití. Por eso su conducta política es incuestionable. Pero su actitud no justifica que se le quiera comparar con un ser excepcional sin características humanas.
Fue un hombre de carne y hueso: humano, sensible, dedicado, honesto y con gran valor cívico y con un profundo amor a su patria que se manifestó dramáticamente cuando, 1864, enfermó y viejo regresó para defender la soberanía mancillada por la traición de Pedro Santana. Muchos años después, la obra concebida por el no ha sido completada. El pueblo Dominicano tiene una deuda y un compromiso sagrado de hacerla realidad.
AUTOR: E.G.F.
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