martes, 16 de junio de 2009

LA NECESIDAD DEL ESFUERZO


Todos hemos leído hagiografías y leyendas de los grandes personajes de la historia en las que se representa el liderazgo como algo milagroso y mágico, cuando la verdad es que toda acción social, casi siempre un coste en dinero, tiempo, riesgos y esfuerzo. La carta de ofrenda que Maquiavelo envía a Lorenzo de médicis, junto con el texto de El príncipe es un muestra perfecta de la desmitificación del liderazgo que acostumbraba a urdir siempre la historia y muy a menudo, el pueblo contemporáneo del líder: no os puedo ofrecer nada mejor que el hacer posible que comprendáis en poco tiempo, todo lo que yo, a lo largo de muchos años, he aprendido… si lo leéis y lo meditáis hallareis en el mi deseo de veros llegar a la cumbre que vuestro destino y vuestras cualidades prometen.
No puede negarse que el liderazgo puede, debe y suele basarse en unas capacidades sobresalientes (innatas y adquiridas), pero siempre deben de ir acompañadas de un esfuerzo sacrificado, antes de convertirse en pasión, en manera de ser y sentir. Todo liderazgo está asociado a un proyecto y todo proyecto tiene un fin y necesita unos medios adecuados para ser alcanzado o intentado. El liderazgo es, más que ninguna otra cosa, responsabilidad y esto necesita compromiso, entrega y esfuerzo sobresalientes, mucho aprendizaje y preparación, además, de don de mando y poder de persuasión y motivación.

Saavedra fajardo dedica la empresa 34 al sufrimiento de la espera o la espera con sufrimiento: Quien mira lo espinoso de un rosal, difícilmente se podrá persuadir de que en tantas espinas haya de nacer lo suave y hermoso de una rosa… No desanime al príncipe el semblante de las cosas porque muy pocas en el gobierno se muestran con rostro apacible. Todas parecen llenas de espinas y dificultades… En el sufrir y esperar consisten los mayores meritos del gobierno porque son medios con los que se llega a obrar a tiempo, fuera del cual ninguna cosa sazona. No goza el fruto de los negocios quien los quiera sazonar con las manos. La impaciencia causa abortos y apresura los peligros...

En la siguiente empresa, Diego Saavedra coloca como lema un dicho de Cicerón: Interclusus, respirat (ocluido, atascado, sofocado, respira.) El príncipe, el líder de verdad, aguantan en la adversidad, se supera en la adversidad y en las dificultades. En la empresa 36 pone incluso como característica principesca in contraria ducere, gobernar contra la adversidad. Y la imagen de este liderazgo enfrentado a los peligros es la de un velero azotado por vientos contrarios de proa.
Hay presidentes y altos directivos que confunden la importancia de su cargo con la función del mismo. La primera es una evidencia, la segunda debe manifestarse en la acción.

El mejor directivo es quien es capaza de enfrentar los cambios del día a día con tácticas diferenciadas en vez de hacerlo con la rigidez y monotonía institucional. Hay directivos de grandes empresas que muestran sorpresa cuando se les recomienda una auditoria para medir la situación interna de la empresa o la consistencia de su imagen y de su valoración externas tendentes a una planificación de comunicación o de public affaires. Habría que decirles aquellas palabras del capitulo VI de El príncipe: los príncipes experimentan grandes dificultades en su conducta, todos sus pasos van acompañados de peligros y conviene que los supere con el valor.

Jose Luis Sanchis

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