domingo, 28 de febrero de 2010

CONDUCCION Y DIRECCION DE CAMPAÑAS



Al igual que con todas las cosas, hay métodos correctos e incorrectos de hacer cualquier cosa por cualquier razón. Todas las cosas relacionadas con una acción deben meditarse bien antes de comenzarlas. Estas nueve consideraciones son los elementos fundamentales de la guerra. Se les llama disipación, bordear, coincidencia, correspondencia, concentración, significación, trabajar, lugar de atrapamiento y el lugar de la muerte.


La disipación tiene lugar en el terreno propio cuando las tropas no están adecuadamente preparadas para defender el estado. La disipación emerge del deseo de las tropas de irse a casa. No tiene que haber lucha en el terreno donde se vive si puede evitarse. Ello indicaría que no se ha considerado con suficiente seriedad una adecuada planificación para evitarlo.


Si se aproxima un ejército invasor sin haber sido observado, las tropas buscarán protección en sus casas. Por ello, estarán a la defensiva y serán vulnerables. Esto no es bueno para el estado. El jefe militar educado sabe que cuando arroja al enemigo a un lugar de disipación, habrá confusión y el enemigo no podrá desplegar sus fuerzas correctamente. Bordear sugiere una actitud de no estar aquí ni allí. Al aproximarse a la frontera de un país vecino, efectuar un débil intento de invasión es desalentador para las tropas.


Creerán que existe la posibilidad de una carencia de convicción completa por parte del jefe militar y ello puede hacerles pensar en el fracaso. Un jefe militar inteligente fuerza al enemigo hacia lugares fronterizos para mantenerlo desprevenido, mientras acosa a las tropas enemigas con estratagemas engañosas.  La coincidencia sugiere ser capaz de mantener plenamente las comunicaciones entre todas las tropas y la capital. La ventaja radica en poder construir fortificaciones necesarias cuando y donde se precisen. Cuando el jefe militar impide la correspondencia del enemigo, los canales normales de comunicación quedan cortados, y en su lugar mensajes falsos pueden aumentar los transtornos de las funciones armoniosas del enemigo.


La actitud de concentración es de prudencia.Los recursos se mantienen intactos y son inmediatamente accesibles. Esta actitud permite el movimiento de tropas y suministros de forma que estén en posición donde y cuando se les necesite.  Una vez un jefe militar es capaz de aprovisionar a su ejército a voluntad, los objetivos se alcanzarán con resultados directos y específicos. La victoria favorece este modo de pensar. Entender su posición respecto al enemigo permite al jefe militar concentrar su pensamiento y sus acciones. Prohíbe al enemigo la recogida de materiales para sus fuerzas.


Esto puede crear una confusión masiva que puede a su vez dar lugar a la rápida caída del enemigo, sin un combate mortal. La significación quiere decir que el jefe militar ha penetrado quizá demasiado profundamente en un país extranjero sin unos adecuados refuerzos. No puede reforzar a sus tropas porque no conoce el terreno que debe cubrir. Sin unos suministros adecuados sólo puede presentar una amenaza potencial. El enemigo se halla ahora en una posición que le permite destruirlo. La posición de significación puede indicar también engaño/no engaño y es muy útil para mantener desequilibrado al enemigo. El enemigo se ve forzado a pensar en términos distintos a lo que pretende. 


Esto da tiempo a un jefe militar prudente para maniobrar y para manipular todas las demás áreas. Trabajar significa que el mantenimiento y la administración del lugar desde el que el jefe militar emitirá sus órdenes no ha sido protegido adecuadamente.

Esto crea un ejército infeliz, puesto que llega a preocuparse más por su capacidad para mantenerse intacto que por su capacidad para dar batalla. Creando un lugar de trabajo para el enemigo,el jefe militar impide que el ejército del enemigo avance con facilidad. En vez de ello, se ve forzado a mantener el control de su ambiente. Un lugar de atrapamiento es peligroso y el jefe militar astuto estudiará vías de escape con el mismo razonamiento.


Es fácil para el enemigo rodear y sistemáticamente atrapar al ejército invasor. No habrá una manera fácil de librarse de los peligros, con independencia de la habilidad del jefe militar. La mejor forma de efectuar un atrapamiento es cuando el enemigo escapa de un engaño y cae directamente en otro. Todas las rutas de escape están cortadas cuando el sistema de atrapamiento se emplea inteligentemente. El lugar de la muerte es el peor de todos. Puede ser también el mejor lugar para estar. El jefe militar que permite que le atrapen en un lugar de muerte es que no ha considerado todas las condiciones, o que su liderazgo es profundo. A fin de escapar de esta situación, las tropas deben luchar con desesperación. Si tienen éxito, pueden perder el deseo de luchar nuevamente y expresarse mediante la insubordinación.


El lugar de la muerte debe calcularse cuidadosamente. Los líderes deben desplegar adecuadamente a sus hombres o de lo contrario se apoderará de ellos una actitud de derrota. Los jefes militares clarividentes utilizan esta condición a su favor. Cuando las tropas se encuentren en este lugar de la muerte, lucharán sin reflexionar. Lucharán para protegerse unos a otros. Estarán aterrorizados y lucharán como demonios. Lucharán por la gloria de la propia lucha. Cuando sepan que se hallan en este lugar de la muerte, también sabrán que no tienen nada que perder y lucharán con pasión. Si ganan se irán a casa, y si pierden morirán. No existe una zona intermedia en un lugar de muerte. Para el jefe militar ilustrado es esencial entender las diferencias en estos nueve lugares de mente y cuerpo. 


Debe ponerse mucho cuidado en la planificación de todas las posibilidades cuando se entra en un conflicto. Todas las posibilidades existen –conocidas y desconocidas– y deben considerarse como parte del plan general, por lo que unas decisiones repentinas en el campo no costarán demasiado en hombres, material, tiempo y esfuerzo. El jefe militar grande se ocupa de la realidad con su comprensión del engaño/no engaño y no permite que su razonamiento le falle. Siempre está sereno y tranquilo. Nunca divulga sus planes a sus subordinados mientras no se dan las  órdenes. Sus hombres nunca deben pensar como lo hace él.


Si se les permite pensar como él, concluirán que no hay necesidad de liderazgo. No deja que sus hombres hablen entre ellos sobre cosas que puedan asustarlos. Constantemente cambia sus planes y métodos de administración. El cambiar constantemente las áreas de reposo mantiene a las tropas en alerta ante un posible ataque que parta de áreas desconocidas. Nadie sabe lo que está haciendo. Cambia constantemente las rutas hacia los campos de batalla. Dirige a sus hombres hasta un lugar profundo en territorio enemigo y no los abandona.


Les corta las rutas de retirada y les lleva a lugares de muerte una vez se ha convencido de que sus planes funcionarán y ha llevado a cabo el trabajo preparativo para su ejecución. Engaña a sus aliados cuando éstos quieren que vaya delante de ellos. Creando constantemente dificultades al enemigo, destruye su moral. Efectúa falsos acercamientos y crea falsas actitudes de confianza excesiva. Cuando está listo para atacar, lo hace con una convicción y seguridad total en la victoria. Sus tropas le siguen sin vacilación. Un jefe militar magnífico no duda en aprovecharse de una circunstancia favorable que el Cielo le haya presentado. Es poco severo pero no permite que la compasión le convierta en indulgente. Se mueve y ataca como una serpiente venenosa, hundiendo profundamente sus colmillos en el enemigo, provocando la ruina y la subyugación del mismo. Esto es lo que distingue a un jefe militar ilustrado.


AUTOR: STEPHEN F. KAUFMAN, FUENTE: EL ARTE DE LA GUERRA 

TEMAS ANTERIORES:

http://ferzvladimir.blogspot.com/2010/01/como-pensar-en-la-guerra.html

http://ferzvladimir.blogspot.com/2010/01/preparativos-para-la-guerra.html

http://ferzvladimir.blogspot.com/2010/01/la-naturaleza-de-los-ataques.html




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